Homo insolitus 44: La Magdalena

Homo insolitus 44: La Magdalena

2

Todo lo que rodea la figura de Jesús de Nazaret es intrigante. La culpa la tuvieron sus «biógrafos oficiales», los evangelistas, que se mostraron muy parcos en detalles y que apenas ofrecieron información sobre la vida de Jesús antes de su bautismo en el Jordán a manos de Juan el Bautista, su maestro, uno de los pocos hechos que parecen, efectivamente, históricos. No sabemos apenas nada sobre su infancia, y lo que sabemos es contradictorio, ni sobre su adolescencia o su paso a la madurez. Y tampoco nos informaron de la mayor parte de sus discípulos, a excepción de tres o cuatro (Juan, Santiago y Pedro, los favoritos), como tampoco aportaron prácticamente nada sobre sus discípulas, que las hubo, y además, con bastante importancia.

Lucas fue el único que aportó un poco de información sobre el grupo de mujeres que seguían a Jesús. Pero, en vez de aclarar nada, lo que hizo es aumentar la sombra de la duda, ya que los versículos en los que menciona a las discípulas tienen más «chicha» de lo que una primera lectura permite deducir: «Iban con él los doce y algunas mujeres que había liberado de malos espíritus y curado de enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que había expulsado siete demonios; Juana, mujer de Cusa, administrador de Herodes, Susana, y otras muchas que le asistían con sus bienes» (Lc 8,1-3).

Quédense con la última frase. «Le asistían con sus bienes». ¿Cómo es esto posible? En aquella época y en aquel lugar, la Palestina romana del siglo I, las mujeres vivían, como casi siempre lo han hecho en este mundo patriarcal, a la sombra de sus padres y, cuando se casaban, de sus maridos. No tenían derecho a tener ninguna posesión, excepto si quedaban viudas y no tenían hijos varones. ¿Quiénes eran, por lo tanto, esas mujeres que apoyaban económicamente la causa de Jesús?

La más intrigante de todas es nuestra Homo insolitus de hoy, María Magdalena. Solo doce pasajes hablan de ella y casi todos, excepto este de Lucas, están relacionados con la pasión y la resurrección de Jesús. Además, hay algo anómalo con ella: lo normal en el mundo judío, cuando se mencionaba a una mujer, era relacionarla con su padre o con su marido. Sin embargo, con ella esto no se cumple. Siempre se ha planteado que esto de «Magdalena» era una referencia a su lugar de nacimiento, pero también sería bastante anómalo. Ni siquiera los hombres, salvo contadas excepciones, eran definidos con su gentilicio. Esto solo pasa con otro personaje evangélico importante. ¿Adivinan cuál? Pues sí, ni más ni menos que Jesús, al que siempre se le nombra como Jesús el Nazareno, y no como Jesús hijo de José, como hubiese sido normal.

Así, la tradición ha considerado que María Magdalena procedía de un lugar llamado Magdala. Pero hay un problema, al que también teníamos que enfrentarnos en el caso de Jesús: esa ciudad, como Nazaret, no aparece por ninguna parte ni en el Antiguo Testamento ni en el Nuevo, ni es mencionada por ningún historiador contemporáneo. Sí, en la actualidad hay una ciudad llamada Al-Migdal, a orillas del mar de Galilea, que, según los cristianos, se corresponde con la antigua Magdala. Pero esto no está nada claro. Como casi todo lo relacionado con este esquivo personaje.

¿Cómo es posible que sepamos tan poco sobre María Magdalena cuando los propios evangelistas le dan un papel protagonista durante la muerte, el entierro y la resurrección de Jesús? La tradición cristiana, siempre atenta, solucionó esto a su manera: en realidad hay más episodios protagonizados por ella, aunque de forma anónima o con otro nombre. Por un lado, María Magdalena sería también María de Betania, la hermana de Marta y Lázaro de Betania (aquel que, según el Evangelio de Juan, resucitó gracias a Jesús); pero también sería la pecadora pública que según Lucas ungió con perfume los pies de Jesús mientras este disfrutaba de una buena comida en la casa de Simón el Fariseo (Lc 7, 36-47). De ahí que, como ustedes sabrán, siempre se haya considerado que era una prostituta.

Pero, ojo, ¡no hay nada que indique que se trate de la misma persona! Tanto es así que la propia Iglesia, en una fecha tan tardía como 1969, acabó reconociéndolo. Aunque ya el daño estaba hecho: la identificación entre María Magdalena y esta supuesta prostituta estuve vigente durante más de un milenio, y ayudó a que la santa, porque la Magdalena es santa, fuese considerada como el ejemplo perfecto de redención: la prostituta que, arrepentida, es devuelta al redil por Jesús, convirtiéndose en el ejemplo perfecto de su perdón y su acción bienhechora.

Sin duda, María Magdalena tenía una relación más profunda con Jesús de lo que señalan los Evangelios canónicos. De hecho, algunos Evangelios apócrifos, los gnósticos, la consideran como su discípula favorita, por encima, incluso, de los apóstoles. Además, muestran una cercanía especial, tanto que algunos han especulado que estos cristianos considerados herejes pensaban que eran pareja. Y esto nos lleva a otro lugar común que, como consecuencia del tremendo éxito de El código Da Vinci, la afamada novela de Dan Brown, ha levantado ríos de tinta en los últimos años. ¿Eran marido y mujer? ¿Tuvieron descendencia? ¿Es este el motivo por el que los evangelistas ningunearon su papel? Difícil saberlo, pero entra dentro de lo posible. Al menos podemos especular con ello. Pero no tengo más que mil palabras…

¿Qué pasó con María Magdalena después de la muerte de Jesús? Tampoco lo sabemos con seguridad, entre otras cosas porque la propia cristiandad ha aportado dos relatos distintos y contradictorios. Por un lado, algunos consideran que huyó hasta Éfeso junto a Juan el Apostol y la Virgen María, y que allí pasó el resto de sus días. En cambio, otra leyenda, mucho más extendida, defiende que huyó en un barco de piedra y sin velas hasta la Provenza francesa, donde había una importante colonia judía en el siglo I, y que, tras predicar un tiempo en aquella zona, se acabó convirtiendo en un eremita. Finalmente, falleció y sus restos mortales se cobijan desde entonces en la Basílica de Saint-Maximim, en el pueblo homónimo, donde cada 22 de julio, día de la santa, son sacados en procesión.

El problema, como suele pasar con esto de las reliquias, es que hay varios restos mortales más, pero esa es otra historia…

 

Publicado el domingo 29-04-2018 en La Voz de Almería

unnamed (1)

31531320 10204272406486705 787753094359285760 n

 

¿Te ha gustado «Homo insolitus 44: La Magdalena»?
¡Compártelo!
Facebook
Twitter
LinkedIn
Telegram
WhatsApp
Email

Un comentario

Responder a AlmaLeonor Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Esta web utiliza cookies propias y de terceros para su correcto funcionamiento y para fines analíticos y para fines de afiliación y para mostrarte publicidad relacionada con sus preferencias en base a un perfil elaborado a partir de tus hábitos de navegación. Contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas que podrás aceptar o no cuando accedas a ellos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Más información
Privacidad