Homo insolitus 20: El cazador de fraudes paranormales

Homo insolitus 20: El cazador de fraudes paranormales

Hoy toca hablar de James Randi, un ilusionista que durante años se encargó de engañar a la gente con sus trucos de magia ―en eso consiste―, hasta que un buen día decidió dedicarse a desenmascarar fraudes paranormales y a exponer a los charlatanes que usaban trucos de magia para fingir que tenían poderes sobrenaturales, entre ellos el mismísimo Uri Geller, del que se acabó convirtiendo en archienemigo.

Randall James Hamilton Zwinge vino al mundo un 7 de agosto de 1928, en Toronto, Canadá. Y, según explicó posteriormente, desde pequeño se enamoró del mundo de la magia. Tanto es así que, con tan solo diecisiete años, dejó los estudios y comenzó a actuar como prestidigitador, escapista y mentalista en clubs y locales de su ciudad. Poco después comenzó a usar el pintoresco nombre artístico “The Amazing Randi”, y poco a poco se fue haciendo conocido gracias a sus apariciones en varios medios televisivos, desarrollando una carrera artística parecida a la del gran Harry Houdini (1874-1926), al que imitó en más de una cosa.

Pero siempre fue honesto. “El mago es un actor interpretando el rol de un hechicero… es un personaje”. Consciente de esto, tomó la decisión de que, tras retirarse como mago, recorrería el mundo señalando a todo aquel que tirase de trucos de magia para fingir tener poderes sobrenaturales, especialmente los que aseguraban ser psíquicos o médiums.

“Todos, absolutamente todos, astrólogos, psíquicos, videntes, futurólogos, todos utilizan habilidades que son bien conocidas por nosotros los magos. Los magos las hemos utilizado durante cientos de años pero la diferencia radica en que hay personas que las usan para su provecho, no para entretener, sino para quitarte tu dinero, tu seguridad o en algunas ocasiones, incluso la vida.”

randi 3126422bMucho tiempo atrás, hacia 1943, con solo quince años, había desenmascarado a su primera víctima, el sacerdote de una parroquia de Toronto, que solía pasar una cesta en la que los feligreses depositaban sobres, con sus nombres escritos en el exterior, que contenían las súplicas que querían dirigir a Dios. Después, el párroco cogía uno de los sobres y, sin abrirlo, adivinaba el contenido del escrito, para asombro de todos los allí presentes. Nadie dudaba de su clarividencia, excepto el joven Randi, que había cazado la trampa. Cuando el charlatán escogía el primer sobre, preguntaba por su compinche y mencionaba una petición falsa. El predicador aprovechaba la ocasión para abrir el auténtico primer sobre, haciendo creer que era el de su cómplice, y memorizaba el contenido real. Y así seguía hasta desvelar las peticiones de todos sus feligreses. Randi subió al púlpito y mostró la técnica, pero, sorprendentemente, los parroquianos se negaron a escucharle. Es más, se indignaron y llamaron a la policía que, en vez de detener al cura, detuvo al muchacho.

Fue el inicio de una carrera a la que se lanzó de lleno a partir de los setenta, tras abandonar la magia. A lo largo de sus giras y shows televisivos expuso decenas de fraudes, identificando en numerosas ocasiones los trucos de quienes decían tener poderes paranormales y mostrando cómo hacerlos. Eso sí, no fue el primero en hacerlo. Ya antes, el mago británico John Nevil Maskelyne (1839-1917) escribió algún tratado sobre cómo hacían sus trucos los ocultistas, al igual que su principal inspiración, Houdini.

Una de las víctimas más conocidas de nuestro Homo insolitus fue el ilusionista Uri Geller, la superestrella psíquica del momento (en España obtuvo gran fama tras aparecer en el programa Directísimo de José María Íñigo, en 1975), famoso por doblar cucharas con la mente, truco que Randi reprodujo ante las cámaras varias veces. De hecho, en el programa del famoso Johnny Carson (The Tonight Show) preparó una prueba con el objetivo de demostrar que Geller no tenía poderes, sino que tiraba de magia. Y así fue, el mentalista israelí fracasó ante millones de telespectadores, aduciendo que en el aire había malas vibraciones. Por si fuera poco, a mediados de los ochenta escribió un libro en el que exponía todos sus trucos, La magia de Uri Geller.

Curiosamente, pese a sus demostraciones, quedó profundamente desmotivado porque la gente, pese a todo, seguía creyendo en los charlatanes. Querían creer. Quizás por esto, en 1996, fundó la Fundación Educativa James Randi, dedicada a examinar las afirmaciones paranormales en condiciones controladas de experimentación. Es más, mediante esta asociación, ofreció un premio de un millón de dólares a cualquiera que pudiera demostrar evidencia de cualquier poder paranormal, supernatural u oculto, siempre bajo estrictos criterios de observación. Nadie lo ha conseguido.

Por si fuera poco, se convirtió en un empedernido enemigo de la medicina homeopática, que consideraba un bulo, y de otras terapias alternativas, así como de la astrología, los videntes, los lectores de aura, los zahories, los sanadores evangelistas y, por supuesto, los que aseguraban hablar con fantasmas…

Pero hay una historia muy curiosa relacionada con su vida privada que ha salido a la luz hace relativamente poco tiempo: en el año 2010 reconoció públicamente que era homosexual. Lo curioso es que lo hizo después de que saliese a la luz el oscuro pasado de su pareja, sentimental y profesional, de las últimas décadas, un pintor venezolano llamado Deyvi Pena que durante años había tomado la identidad de un pobre profesor de Nueva York llamado José Luis Álvarez. Pobre porque el José Luis Álvarez real tuvo numerosos problemas provocados por el suplantador. Impuestos a su nombre procedentes de Florida, problemas para renovar su permiso de conducir y el pasaporte, embargos, etcétera.

Cuando le localizaron, asumió su culpabilidad y, aunque podía haber sido expulsado del país, consiguió, gracias a los abogados de Randi, que la condena se quedase en cien días de servicios sociales. ¿Conocía nuestro protagonista esta historia? No se sabe, aunque todo parece indicar que sí, pese a que durante todos estos años ha evitado pronunciarse al respecto y se ha limitado a lanzar balones fuera cuando le preguntaban. Es comprensible. Eso sí, de haberlo sabido, el mago reconvertido en destapamentirosos acabó siendo cazado en una gran mentira.

Sea como fuere, en la actualidad vive una plácida jubilación en Florida, esperando a que la parca se lo lleve un buen día.

Por cierto, en alguna ocasión comentó que su deseo era ser cremado y que sus cenizas fuesen sopladas en los ojos de Uri Geller.

Publicado el domingo 01-10-2017 en La Voz de Almería

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