Homo insolitus 8: Mujer, atea y anarquista

Homo insolitus 8: Mujer, atea y anarquista

El 27 de agosto de 1995, Madalyn Murray O’Hair, presidenta y fundadora de American Atheists («Ateos de América»), desapareció inexplicablemente junto a uno de sus hijos, John Garth Murray, y su nieta Robin, hija de otro hijo, William, con el que llevaba años sin hablarse, a la que había adoptado al poco tiempo de nacer. Madalyn, que era conocida como «la mujer más odiada de América» debido a un artículo sobre su vida que apareció en 1964 en la revista Life, había liderado desde varias décadas atrás un quijotesco movimiento dirigido a convertir Estados Unidos en un país verdaderamente laico. Muchos pensaron que este fue el motivo de aquella extraña desaparición, pero cuando aparecieron los restos mortales, en enero de 2001, se descubrió que el motivo había sido otro.

Pero vayamos por partes

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Nació como Madalyn Mays, allá por 1919, en el seno de una familia presbiteriana de Pittsburgh, Pensilvania. Con tan solo veintidós años se casó con un tal John Henry Roths, del que se acabó separando unos meses después, tras alistarse él en los Marines y ella en el Cuerpo de Mujeres del ejército estadounidense, donde permaneció durante toda la Segunda Guerra Mundial. Es más, hacia el final de la contienda conoció al que sería el padre de su primer hijo (William), un oficial católico y casado llamado William J. Murray, con el que inició un idilio pese a que este nunca se divorció de su esposa. Curiosamente, nuestra protagonista asumió el apellido de este señor y pasó a llamarse Madalyn Murray.

Contrariada por el fracaso de aquellas dos relaciones, y convertida en madre soltera, decidió dar un paso adelante y se licenció como abogada, en 1952, en la Universidad de Derecho del Sur de Texas. Eso sí, nunca ejerció.

Dos años después, en 1954, nacería su segundo vástago, John Garth Murray, fruto de su relación con un tal Michael Fiorillo.

Durante gran parte de su vida vivió en Baltimore, en la casa de sus padres, con los que mantuvo una relación bastante tensa y complicada, entre otras cosas, por su ateísmo y por sus ideas socialistas. Recuerden que estamos en plena Guerra Fría. De hecho, el comienzo de su cruzada atea tuvo lugar allí, en Baltimore, cuando decidió que había que acabar con la práctica habitual de leer la Biblia en las escuelas del estado de Maryland. No quería que su hijo William se viese obligado a hacerlo, así que en 1960 presentó una demanda contra el sistema público de educación de la ciudad, demanda que se fue alargando en el tiempo y que llegó, incluso, al Tribunal Supremo, que en 1963 acabó dictando sentencia a favor de Murray y sirvió para prohibir, en la práctica, las oraciones y la lectura de libros sagrados en las escuelas públicas estadounidenses.

Tras dejar Maryland, se instaló en Austin (Texas), se casó con un marine llamado Richard O’Hair, con el que no duró demasiado tiempo tampoco, pero del que nunca se divorció; y emprendió una nueva lucha: tras enterarse de que los astronautas del Apolo VIII iban a hacer una lectura del Génesis durante un evento televisado desde el espacio, presentó una nueva denuncia, en esta ocasión contra la NASA. El Tribunal Supremo de Estados Unidos anuló el caso alegando que no tenía jurisdicción en el espacio…

Y lo más importante: fundó en 1963 American Atheists, una organización que presidió durante toda su vida y que le ayudó a convertirse en el símbolo de los descreídos americanos, aunque también en el objeto de la ira de los cristianos más radicales de Estados Unidos.

Las amenazas y el acoso constante se convirtieron en su rutina, pero nada pudo impedir que se acabase convirtiendo en un personaje tan popular como controvertido, sobre todo por sus constantes apariciones en televisión. Hasta llegó a presentar una demanda para que se retirase de los dólares la frase «In god we trust» («En Dios confiamos»).

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Lo curioso es que su hijo Bill se acabó bautizando, a principios de los años ochenta, en una iglesia Bautista, tras varios problemas graves con las drogas, renegando por completo de su madre, de su hermano Jon y de su hija, que, sorprendentemente, fue adoptada por Madelyn, su abuela.

Y no mucho después el movimiento American Atheists, que desde 1986 dirigía su hijo Jon, entró en crisis hasta convertirse en algo totalmente marginal en los primeros años de la década siguiente.

Pero, en agosto de 1995, Madelyn reapareció con fuerza al protagonizar, paradójicamente, el intrigante suceso que comentábamos al principio: desapareció de forma repentina de su casa, a sus 76 años, junto a su hijo y su nieta, de cuarenta y treinta respectivamente. En un primer momento se pensó que simplemente se habían marchado, entre otras cosas porque a los pocos días algunos amigos recibieron llamadas de Jon y de Robin en las que afirmaban que estaban en San Antonio (Texas) por asuntos de negocios. De hecho, una semana después, Jon compró a un joyero de aquella localidad 500.000 dólares en monedas de oro. Pero, desde finales de septiembre desaparecieron por completo.

Un año después, William Murray denunció la desaparición de su familia, lo que permitió que las autoridades se pusiesen manos a la obra.

Los rumores comenzaron a crecer, extendiéndose la idea de que el trío había huido a Nueva Zelanda llevándose los dineros de la asociación, pero nunca se pudo demostrar esta hipótesis, que incluso apareció publicada en la revista Vanity Fair, gracias a unas pruebas presentadas por un tal David Roland Waters, un exempleado de American Atheists. De hecho, este señor se convirtió en el principal sospechoso cuando se descubrió que había sido condenado anteriormente por varios actos violentos y que había sido expulsado de la organización por un supuesto desfalco de 54.000 dólares.

Así, la policía le acusó formalmente de haber secuestrado a Madalyn y a sus hijos, ayudado por varios cómplices a los que había conocido en prisión, para saquear los fondos de la asociación, y que, finalmente, los habían asesinado.

Waters se declaró culpable y, en enero de 2001, indicó donde estaban los cadáveres: enterrados en un rancho de Texas. Los habían descuartizado de una manera brutal. Además, junto a ellos, aparecieron los restos mortales de Danny Fry, uno de los cómplices…

Nunca se supo por qué Waters terminó asesinándoles.

Quizás el motivo esté en que Madalyn, durante años, había saqueado los fondos de American Atheists, reunidos gracias a las donaciones de sus simpatizantes, lucrándose de una forma tremenda con una lucha que, supuestamente, no debía ser lucrativa. Waters, enterado de esta fortuna oculta, la pudo extorsionar y torturar para que se la entregase, y quizás, por esto, la acabó matando.

Por cierto, el medio millón de dólares en monedas de oro que había comprado el hijo de Madalyn, Jon, nunca apareció. El motivo es la gota que colma el vaso de esta historia disparatada: la novia de Waters lo había escondido en un trastero alquilado, pero un grupo de ladrones de San Antonio lo robaron fortuitamente, tras hacerse con una llave maestra del trastero…

«Sólo quiero tres palabras en mi lápida, si es que llego a tener una. Una es mujer, me siento muy cómoda en ese papel. Me ha encantado ser una mujer, me ha encantado ser una madre y una abuela. Pero quiero estas tres palabras: Mujer, atea y anarquista. Así soy yo»; expresó en una ocasión. Toda una Homo insolitus. Gracias, Madalyn.

Publicado el domingo 11-06-2017 en La Voz de Almería

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