Homo insolitus 57: El escritor, el diablo y una extraña desaparición

Homo insolitus 57: El escritor, el diablo y una extraña desaparición

 

En el siglo XIX surgieron varios escritores importantísimos en Estados Unidos, entre los que cabe destacar a Herman Melville (1819-1891), autor de Moby Dick (1851), Nathaniel Hawthorne (1804-1864), que nos legó La letra escarlata (1850), y, especialmente, Edgar Allan Poe (1809-1849), padre del romanticismo estadounidense y una de las principales influencias de nuestro Homo insolitus de hoy: Ambrose Bierce, un periodista y escritor estadounidense que se especializó, como Poe, en los relatos cortos de terror, aunque, como veremos, pasó a la historia por una obra de género diferente.

Bierce nació en una humilde granja en Horse Cave Creek, en el condado de Meigs, Ohio, el 24 de junio de 1842. Sus padres eran descendientes de emigrantes ingleses llegados a Estados Unidos durante la Gran Migración Puritana de principios del siglo XVII. De hecho, su madre estaba emparentada con William Bradford, uno de los tripulantes del Mayflower, que llegó a ejercer como gobernador de la colonia de Plymouth.

La mayor parte de su infancia la pasó en el condado de Kosciusko, Indiana, aunque a los quince años (en 1857) regresó a su estado natal para trabajar como aprendiz en una imprenta que se encargaba de editar el Northern Indianan, un periódico abolicionista. Pero pronto estalló la Guerra Civil Americana, que como bien sabrán enfrentó a los estados del norte, antiesclavistas, con los estados del sur, que defendían la esclavitud como una institución sagrada. Bierce luchó a favor del norte y participó en algunas batallas importantes, pero en junio de 1864, durante la batalla de Kennesaw Mountain, fue herido en la cabeza y se le dio de baja en el ejército. Aun así, un par de años después se unió a la expedición dirigida por el general Hazen, que tenía como fin inspeccionar las aún desconocidas Grandes Llanuras y que le llevó a instalarse en el punto final de aquella cruzada: San Francisco, ciudad en la que pasaría gran parte de su vida y donde comenzó a trabajar como periodista, llegando a ser editor de la revista The Wasp.

Poco después, en 1887, comenzó a trabajar para uno de los periódicos del magnate William Randolph Hearst, The San Francisco Examiner, convirtiéndose en uno de los periodistas más importantes y conocidos de la costa oeste. Mantuvo relación con Hearst durante varias décadas (hasta 1906) y llegó a colaborar en algunos de sus trapicheos económicos.

En paralelo, a mediados de la década de 1880, comenzó a escribir relatos de ficción; unos sobre historias ambientadas en la Guerra Civil Americana, que le dejó especialmente traumatizado —entre los que cabe destacar dos de sus obras maestras Un incidente en el puente de Owl Creek (1890) y Un jinete en el cielo (1889); y otros de terror romántico, como Los ojos de la pantera (1897) o de ciencia ficción, como La cosa Maldita (1893).

Pero, como ya adelanté, terminó pasando a la historia gracias a The Devil’s Dictionary (El diccionario del Diablo), un diccionario satírico que escribió a lo largo de tres décadas (desde 1867) y que fue publicando en varias revistas y periódicos, hasta que en 1911 lo reunió en un solo volumen. Esta sensacional obra, irreverente y lúcida como pocas, ha sido considerada como una de las cien obras maestras de la literatura estadounidense. Eso sí, en su momento no tuvo el éxito esperado, aunque con el tiempo, gracias a la reimpresión de 1925, se convirtió en un éxito apoteósico.

Por desgracia, no pudo verlo, ya que su historia protagonizó un sorprendente giro poco después. El 2 de octubre de 1913, Bierce, que ya contaba 71 primaveras, decidió emprender un viaje melancólico por los lugares donde tuvieron lugar algunas de las batallas más importantes de la Guerra Civil. Además, visitó Luisiana y Texas, y en este último estado tomó la decisión de cruzar la frontera y visitar México, que en aquella época estaba en plena revolución. Y no solo eso: al parecer, se unió como observador al ejército del líder revolucionario Pancho Villa. Llegó a ser testigo de la mítica batalla de Tierra Blanca, que tuvo lugar cerca de Ciudad Juárez y que supuso una grandiosa victoria de Villa frente a las fuerzas gubernamentales de José Salazar.

Pero, a finales de 1913 desapareció para siempre. La última noticia fue una carta que escribió desde Chihuahua el 26 de diciembre a su secretaria y compañera Carrie Christiansen, aunque algunos estudiosos ponen en duda la existencia de esta carta. En la supuesta misiva decía que pensaba dirigirse hacia Ojinaga, donde Villa tenía previsto atacar a un ejército federal acorralado. En efecto, Villa tomó esa localidad el 1 de enero de 1914.

Sea como fuere, fue ella la que alertó de la desaparición de su jefe y escribió al cónsul de los Estados unidos en Chihuahua, Marion Letcher, que, por sorpresa, le informó de que no sabía nada de su paradero. Se organizó una investigación, pero no consiguieron dar con él. Nadie sabía nada, aunque algunos testigos afirman que fue visto en la ciudad de Chihuahua, a donde se habían trasladado las tropas de Villa.

Desde entonces, su desaparición se ha convertido en un intrigante misterio que sigue sin resolver. Su amigo, biógrafo y editor Walter Neale afirmó que era poco probable que hubiese viajado realmente a México porque estaba enfermo y llevaba mucho tiempo sin montar a caballo; además de defender, en su propia biografía sobre Bierce (The life of Ambrose Bierce) que en realidad se había quitado la vida de un disparo en el Gran Cañón del Colorado. Otros, como el sacerdote James Lienert, que ha estudiado el tema durante años, plantean que está enterrado en el cementerio de la localidad mexicana de Sierra Mojada, donde, según algunos testigos, fue asesinado por tres soldados de las tropas contra las que luchaba Pancho Villa.

Años después, el novelista mexicano Carlos Fuentes plasmó esta truculenta historia en el libro The Old Gringo, publicado en 1985, que se adaptó al cine en 1989 en una película titulada Old Gringo (Gringo viejo), dirigida por Luis Puenzo y protagonizada por Jane Fonda, Jimmy Smits y Gregory Peck, que interpretó magistralmente a Ambrose Bierce. La peli es muy mala.

Publicado el domingo 28-10-2018 en La Voz de Almería

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