Pierre Plantard, el fabricante de mitos. Revista «El Ojo Crítico», Nº80-81, julio 2016.

Si buscan ustedes en internet información sobre Rennes-le-Château, casi con total seguridad van a encontrar cientos de enlaces en los que se repite una y otra vez la misma explicación a un misterio aún sin resolver: el origen de la fortuna del famoso abad Bérenger Saunière, el curita aquel que, de la noche a la mañana se hizo tremendamente rico. Les hablarán de unos pergaminos codificados, de unas extrañas y simbólicas pinturas, de una serie de documentos secretos divulgados por una mítica orden discreta y de un sorprendente linaje relacionado con una dinastía real franca, los merovingios, y con los descendientes del supuesto matrimonio entre Jesús y María Magdalena.

¿Hay algo de verdad en todo esto? Sinceramente, y mira que lo siento, no. La única verdad es que no sabemos por qué se hizo rico Saunière. El resto, toda esta fantástica historia, fue la delirante y maravillosa creación de una sola persona…

Vamos a verlo. Aunque, si os parece, empezaremos por el final.

 

TODO ES MENTIRA

 

En octubre de 1993 el juez francés Thierry Jean-Pierre estaba inmerso en una complicada investigación sobre la misteriosa muerte del ex-primer ministro socialista del país galo Pierre Bérégovoy ―que ejerció entre 1992 y 1993, siendo François Mitterrand Presidente de la República―, y su relación con un tal Roger-Patrice Pelat, dentro de un proceso más amplio en el que se investigaban diversos escándalos financieros de este último.

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François Mitterand en Rennes-le-Château (1981)

Bérégovoy (1925-1993) había fallecido unos meses antes, el 1 de mayo de 1993, de un disparo a quemarropa en la cabeza realizado con la pistola de su guardaespaldas. Desde el primer momento se estableció la tesis del suicidio como la más probable, y se intentó explicar aquella tragedia como fruto del tormento íntimo que padecía por culpa de una humillante derrota electoral, apenas dos meses antes, que le había dado el poder al conservador Édouard Balladur.

Pero la muerte de Bérégovoy nunca estuvo del todo clara, ya que había estado implicado en algunos asuntos turbios. De hecho, en una investigación posterior, se demostró que unos años antes había recibido un préstamo de un millón de francos de Roger-Patrice Pelat para comprar un piso en París. Pero, ¿quién era este señor? Pues fue un importante y conocido empresario francés que además era un íntimo amigo de François Mitterrand ―de hecho, fue el que le presentó a su esposa, Danielle Gouze-Rénal, con la que se casó en 1944―. Pelat, que había fallecido el 7 de marzo de 1989, estaba siendo investigado por corrupción y tráfico de influencias, pero no se pudo demostrar nada y la investigación quedó paralizada con su muerte.

Ahora bien, tras la muerte de Bérégovoy, el caso se reabrió ante la fundamentada sospecha de que el ex primer ministro estuviese relacionado con algún trapicheo y que, en ese caso, aquello fuese la causa real de su muerte, y no el pretendido suicidio. Por ese motivo, el juez Thierry Jean-Pierre se lanzó en la ardua búsqueda de oscuras maniobras en la oscuridad y de cualquier conexión entre ambos. Y encontró algo de lo más interesante: una carta escrita por un tal Pierre Plantard, un personaje mediático y bastante popular que desde un par de décadas atrás se había hecho bastante conocido en Francia por sus delirantes afirmaciones sobre la existencia de una misteriosa sociedad secreta, el Priorato de Sion, que desde la sombra habría estado dirigiendo la historia de Francia durante los últimos diez siglos.

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Pierre Plantard

Plantard, en aquella misiva pública, firmada el 6 de julio de 1989, afirmaba que después de abandonar en 1984 el cargo de gran maestre de aquella orden secreta, le habían sucedido dos personas: un colaborador y amigo suyo, el excéntrico marqués Philippe de Chérisey y… Roger-Patrice Pelat, al que reemplazó de nuevo Plantard tras la muerte de este en 1989.

Como aquel juez estaba investigando asuntos turbios relacionados con Pelat, no es de extrañar que la noticia de que podía pertenecer a una sociedad secreta le alarmara. Así que decidió averiguar qué había de verdad en aquello y ordenó que se interrogase a Pierre Plantard sobre su conexión con Pelat y la relación de este con aquella misteriosa sociedad.

Se encontró a un anciano de setenta y tres años que reconoció que todo había sido una gran farsa. Ni Pelat tuvo nada que ver con el Priorato de Sión ni esta sociedad había existido nunca. Todo era mentira. Una mentira que había estado alimentando desde, al menos, principios de los sesenta. Una mentira más de las muchas que ingeniosamente elaboró a lo largo de su vida…

 

CREANDO SOCIEDADES SECRETAS

 

Vayamos de nuevo al pasado. A la Segunda Guerra Mundial. Y a la Francia ocupada por los nazis. Allí, en 1941, con tan sólo veintiún años, Pierre Plantard había llegado a poner en alerta al servicio secreto francés por una extraña carta que envió, con el seudónimo de Varran de Vérestra, al mariscal Philippe Pétain (1856-1951) ―presidente de lo que quedaba de país tras la invasión nazi de 1940, la Francia de Vichy―, en la que le pedía ayuda para luchar contra la conspiración judeomasónica que amenazaba Europa y se ofrecía a sí mismo, y a una centena de seguidores que afirmaba tener, para defender a Francia contra el mal que había asolado el continente.

El 8 de febrero de 1941 se cerró el informe policial sobre el misterioso veinteañero, en el que, entre otras cosas, se mencionaban sus orígenes: se llamaba realmente Pierre Athanase Marie Plantard; nació el 18 de marzo de 1920 en París, hijo de Pierre Plantard, un mayordomo, y Amélie Raulo, cocinera; su madre quedó viuda sólo dos años después del nacimiento de Pierre —tras morir su padre, supuestamente, en un accidente de trabajo—. Desde 1927 vivieron en un modesto apartamento de París, el cual pagaban gracias al sueldo de su madre como cocinera y a una pequeña paga de viudedad que le quedó.

Pero lo más jugoso que se descubrió de Plantard, al que definían en el informe como un tipo visionario y pretencioso que se jactaba de tener vínculos con numerosos políticos, era que tenía cierta afición por  crear sociedades secretas: en 1937, con solo diecisiete primaveras, Pierre Plantard fundó una organización denominada Rénovation Nationale Française (Renovación Nacional Francesa), que, según apuntan algunos, llegó a tener dos mil miembros; y la Groupement Catholique de la Jeunesse (Agrupación Católica de la Juventud). Ambos proyectos venían a ser el mismo: una organización de ultraderecha, antisemita y antimasónica, influida por la Action Française de Charles Maurras (1868-1952) —un grupo católico de extrema derecha que, a pesar de fundarse en 1899, triunfó en esta época, y que contaba con su propia sección juvenil, los Camelots du Roi (Vendedores del Rey)—. Además, Plantard organizaba reuniones y campamentos de verano, como el que gestionó en 1939, tomando a su cargo a setenta y cinco adolescentes, en Plestin-les-Grèves (Côtes-du-Nord), una población de la Bretagne francesa. Y esto cuando nuestro protagonista tenía solamente diecinueve años…

 

ALPHA GALATAS

 

Estas organizaciones que Plantard había creado antes de la guerra fueron la antesala y el campo de prácticas para un proyecto mucho más ambicioso: la Orden Alpha-Galates (Alfa Gálatas), antecesora del futuro Priorato de Sion —como pueden comprobar, a este señor le chiflaba crear sociedades secretas.

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Número 1 de VAINCRE

 

Se trataba de una organización que aspiraba a un renacer nacional espiritual y religioso de Francia: querían rescatarla y situarla «donde realmente le pertenece, al servicio de “su verdadera misión”», y para ello tenían que «erradicar de su alma los elementos patógenos, los falsos dogmas tales como el secularismo, el ateísmo, y los principios corrompidos de la vieja democracia judeo-francmasónica». Esto apareció como declaración de intenciones en el primer número del boletín interno de la orden, Vaincre (del 21 de septiembre de 1942), dirigido por un tal Pierre de France que no era otro que Plantard. Entre septiembre de 1942 y febrero de 1943, se publicaron seis números del folleto —ya en plena ocupación alemana—. Uno cada mes. Y con unas tiradas que pasaron de mil cuatrocientos a cuatro mil quinientos ejemplares. Que no son pocos…

No es justo decir, como algunos han insinuado, que Plantard fue un nazi. En realidad era un joven nostálgico nacionalista francés de ultraderecha, con tendencias megalómanas y grandes proyectos que solamente podía realizar si se apegaba al poder imperante de aquel momento, Pétain, que comulgaba bastante con su credo particular. Antisemita era, claro, pero en aquella época, lamentablemente, no dejaba de estar muy extendido. De hecho, su principal problema lo tenía con los masones. Y por supuesto, como francés nacionalista que era, estaba en contra de la ocupación alemana, aunque considerase a los nazis aliados ideológicos. Curioso todo esto si ponemos la historia en perspectiva: años después, en la época del Priorato de Sion, afirmará que eran los custodios del linaje de la tribu de Benjamín —una de las doce tribus judías—, y habrá muchas, muchas relaciones con individuos reconocidos dentro del mundo de los masones.

Sea como fuere, el sexto y último número de Vaincre se publicó el de febrero de 1943. Y la orden Alpha Galates desapareció durante un tiempo. Aunque, poco después,  el 13 de febrero de 1945, la policía emitió un informe referido a la solicitud de registro de la sociedad, en el que se decía que era una organización de asistencia a los «jóvenes que han sufrido la opresión alemana (trabajos forzados, deportación, encarcelamiento)», mediante cursos, estudios y convivencias. Y se le vuelve a tachar de iluminado: «Plantard parece ser un extraño joven que se ha salido de los raíles, y que parece creer que él y solo él es capaz de proporcionar a los jóvenes franceses un liderazgo efectivo».

Ese mismo año, 1945, se casó con Anne-Léa Hisler (1930-1971), con la que vivió hasta 1971 (fecha de su muerte), a pesar de que Plantard diría que se habían divorciado en 1956.

Pero el rastro de Pierre Plantard se fue diluyendo durante los siguientes años, algo que pasará varias veces, misteriosamente, a lo largo de su historia. Al parecer se fue a vivir a Suiza, cerca del lago Léman, en 1947, según mencionan algunos. En 1951, según otro informe policial de 1954, regresaron a Francia y se establecieron en Annemasse, una comunidad de la Haute-Savoie a escasos kilómetros de la frontera suiza, donde ejerció como delineante.

 

DE GAULLE

 

Pero apenas sabemos nada de él durante la década de los cincuenta. Y esto se debe, según él mismo contaría un tiempo después, a que estuvo implicado con un turbio asunto que tenía que ver con unas operaciones financieras sospechosas, por las que fue, supuestamente, a prisión. Lo sorprendente es que esto estaba realacionado con una gigantesca conspiración…

Me explico: en diciembre de 1984, Michael Baigent, Richard Leigh y Henry Lincoln, los autores de la mítica obra El Enigma Sagrado (1982), recibieron un legajo de una sola página que pretendía ser el anuncio de un libro que iba a publicar un tal Jean-Luc Chaumeil con el que pretendía, supuestamente, desenmascarar a Plantard y al Priorato de Sion —el tal Chaumeil había sido esbirro de Plantard durante un tiempo, hasta que se pelearon—. En él se decía que «en 1952, Pierre Plantard efectuó ilícitamente la transferencia de Francia a Suiza (a la Union de Banques Suisses) de lingotes de oro por valor de más de cien millones [de francos]» y que «tuvo que comparecer ante el Tribunal Correccional por fraude».

Además, se afirmaba que esto no salió a la luz gracias a que Plantard era, a principios de 1958, «un agente secreto de De Gaulle, y se hizo cargo del secretariado de los Comités de Seguridad Pública».

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El dichoso legajo

 

Este legajo —que no se ha demostrado que sea cosa de Chaumeil—, aparte de exaltar la figura de Plantard, lo que pretendía realmente era relacionarle con una conspiración que realmente existió: aquellas enormes transferencias de oro estarían relacionadas con un complot político-militar que quería devolver el poder al general Charles de Gaulle (1890-1970), el líder heroico de la Resistencia francesa que, tras la liberación de París y de Francia, en agosto de 1944, fue nombrado presidente provisional de la República Francesa, cargo que ostentó hasta el 20 de enero de 1946. Desde entonces el país había entrado en barrena, y durante la crisis de la independencia de Argelia, muchos militares y ultraderechistas comenzaron a conspirar para que aceptase asumir el control de una Francia a la deriva. Y lo consiguieron: el 29 de mayo de 1958, Charles de Gaulle se presentó en París, aclamado por multitudes, aceptó la Presidencia y formó gobierno. Se iniciaba así la Quinta República francesa.

Pues bien, según aquel legajo de 1984, Plantard estaba en el ajo. En realidad, todo se trataba de una maravillosa artimaña con la pretendió relacionarse con aquellas maniobras clandestinas que llevaron a De Gaulle al poder. Pero además, él mismo aporto unas supuestas evidencias: una serie de artículos del diario Le Monde, escritos por un tal WAY, un pseudónimo de Plantard, que reconocía ser el líder del principal comité golpista, el de París. No merece la pena extenderse demasiado en esto, pero lo cierto es que todos estos artículos, que efectivamente se publicaron en aquel diario, fueron escritos en los días posteriores al triunfo de De Gaulle. Por lo tanto, se trataba de otra hábil manipulación de nuestro protagonista, que pretendió erigirse a posteriori en una éminence grise de alta categoría.

Pero lo importante es que, por esta misma época, realizó su gran creación: el 25 de junio de 1956, en la subprefectura de Saint-Julien-en-Genevois (Haute-Savoie), ajustándose con la ley francesa de asociaciones de 1901, registró el Priorato de Sión (con el subtítulo Chevalerie d’Institutions et Règles Catholiques, d’Union Indépendante et Traditionaliste, CIRCUIT, nombre también de su boletín interno) como una sociedad católica destinada a restituir la antigua caballería, y realizar estudios y proporcionar ayuda mutua entre los asociados.

Aquel día de junio comenzaron a moverse todos los engranajes…

 

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TESOROS

 

Y aquel día, de nuevo, desapareció Plantard.

6Hasta 1962, año en el que vio la luz una obra titulada Les Templiers sont parmi nous, ou L’Énigme de Gisors (Los templarios están entre nosotros, o El enigma de Gisors), escrita por un tal Gérard de Sède. En esta obra se contaba la historia de un jardinero llamado Roger Lhormoy que afirmaba haber encontrado, bajo el suelo del castillo de la normanda ciudad de Gisors, un gigantesco tesoro que sólo pudo ver de refilón y al que no pudo acceder posteriormente por diferentes motivos que no vienen al caso. De Sède, gracias a la información suculenta que había recibido de un misterioso personaje, llegó a la conclusión de que se trataba del mítico tesoro de la Orden del Temple, que habría sido escondido antes de su caída en desgracia.

Pero resulta que la enigmática fuente era nuestro amigo Pierre Plantard, quien, tras leer un artículo de prensa escrito por De Sède en 1960, se puso en contacto con él y le aportó las dos principales pruebas de cargo para demostrar la tesis clave del libro. Pruebas que, sobra decirlo, son absolutamente falsas —sería muy largo de explicar en este breve artículo, pero si quieren más información, les invito a que se hagan con mi libro Prohibido excavar en este pueblo (Booket, 2014), en el que analizo pormenorizadamente todo este asunto.

Fue el comienzo de una gran amistad. Y fue la entrada en escena del Priorato de Sion, del que se hablaba un poquito en el apéndice de aquel libro que, además, fue escrito por Plantard.

Ya por aquel entonces, 1962, nuestro protagonista había puesto sus ojos en otro tesoro y en otro misterio: en nuestra querida aldea del Languedoc, Rennes-le-Château. Y junto a Gérard de Sède, publicó en 1967 una obra clave: El Oro de Rennes, el primer libro centrado exclusivamente en esta historia y el que aportó la versión estándar del mito, que básicamente viene a ser la que todos ustedes conocen: el abad Saunière, tras el supuesto hallazgo unos pergaminos, que consiguió desencriptar, encontró algo que le hizo tremendamente rico… y no era un simple tesoro, cómo habían afirmado las publicaciones anteriores.

8Esta obra llegó, dos años después de su publicación, a manos de otro personaje clave en este lío: Henry Lincoln, un guionista de televisión inglés que rápidamente se quedó prendado, como tantos otros, de este misterio. Comenzó a investigarlo, descubrió algunas cosas, y realizó un documental para la BBC sobre el tema que se estrenó en 1972, The Lost Treasure of Jerusalem (El tesoro perdido de Jerusalén). Después vendrían dos documentales más y una obra esencial que llevó el mito a la estratosfera del riesgo y la historia ficción: El Enigma sagrado, que se publicó en 1982 y que coescribió junto a Michael Baigent y Richard Leigh.

En esta obra se relacionaba el asunto de Rennes-le-Château con una fascinante trama histórica, ya insinuada por De Sède, que procedía de una serie de legajos depositados en la Biblioteca Nacional de París entre 1964 y 1967, los llamados Dossiers Secrets, donde se exponía con tremenda profusión lo siguiente: el Priorato de Sion, aparte de crear la Orden del Temple, y de subvencionar varias herejías medievales, llevaba siglos custodiando a un linaje secreto procedente de una antigua casa real francesa, los merovingios, supuestamente desaparecida en el siglo IX tras ser fagocitada por los carolingios.

La supuesta dinastía secreta se había ido mezclando a lo largo de los años con varias casas nobiliarias francesas ―entre ellas la casa de los condes de Lorena, la casa de los condes de Bar, la de Plantard, la de Saint-Clair y la de Bouillon―, siempre bajo la atenta mirada del Priorato y sus grandes maestres, gente de la talla de Leonardo da Vinci, Isaac Newton o Víctor Hugo. ¿Qué tenía que ver todo esto con Rennes-le-Château? Sencillo: según los Dossiers Secrets, Saunière encontró una serie de genealogías que demostraban la supervivencia del linaje merovingio. Y por ello, supuestamente, fue bien recompensado.

Claro que en El Enigma Sagrado se dio un tremendo salto de fe al plantear que en realidad esa dinastía procedía de los descendientes de Jesús de Nazaret y María Magdalena, que en algún momento del pasado se mezclaron con estos merovingios… nada más y nada menos.

Además, en esta obra fue donde Pierre Plantard, la principal fuente de información tanto de estos autores como de De Sède, hizo su estelar aparición para el gran público ―aunque ya había parecido en el tercero de los documentales de Lincoln, The Shadow of the Templars―. Y es que resulta que Plantard aseguraba ser, agárrense, el último miembro de aquel linaje sagrado del que venimos hablando… Era el último merovingio y, por si fuera poco, el último descendiente de Jesús y la Magdalena…

Lo que no dijeron Lincoln y compañía es que también era la mente pensante que había creado aquella supuesta sociedad secreta, El Priorato de Sion, y que había sido el autor, solo o en compañía de algún colega, tanto de lo Dossiers Secrets como los pergaminos codificados que, supuestamente, había encontrado el abad Saunière.

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Plantard con Jean-Luc Chaumeil

 

LA TRAMA

 

Así, en algún momento posterior a 1956, fecha en la que se registró el Priorato de Sion y, de forma paralela, aparecieron las primeras noticias sobre Rennes-le-Château, la la maquinaria de Pierre Plantard se puso a trabajar para confeccionar su obra maestra, una monumental propuesta de historia-ficción en la que mezclaba la historia antigua de la orden que acababa de crear y la trama de Saunière.

Y todo ello vio la luz, por primera, vez en los dichosos Dossiers Secrets de los que ya hemos hablado anteriormente, fuente de inspiración para las obras El Oro de Rennes y El Enigma Sagrado, entre muchas otras. Fueron la base sobre la que se construyó este mito. Pero sobre todo, fue un trabajo sensacional de investigación histórica, tanto del tema específico de Rennes-le-Château como de la historia de Francia en el último milenio, todo ello sazonado con un derroche de imaginación desbordante.

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Uno de los Dossiers Secrets

 

Fue Plantard el que indicó a De Sède la existencia de esta documentación «secreta» que se albergaba en la Biblioteca Nacional de París, que usaría éste en su libro, El Oro de Rennes, para adornar la historia previa narrada por Noel Corbu y para relacionarla con el linaje merovingio. Y fue Plantard el que aportó gran parte de la información que aceptaron como válida los autores de El Enigma Sagrado, con los que llegó a interactuar bastante.

Además, tras esta última obra, Plantard se convirtió en un personaje bastante conocido, apareciendo en numerosas entrevistas y aportando información a varios autores más. Se convirtió en una estrella de cine.

Pero después la cosa se puso fea: se enemistó con De Sède, al parecer por culpa de los dividendos de El Oro de Rennes, y con su gran cómplice, Philiphe de Chérisey (el supuesto autor de los falsos pergaminos).

Y, debido a que ya habían surgido bastantes críticas sobre la veracidad de sus afirmaciones, en 1989, dio un giro radical a la trama, negando ahora, de buenas, toda la historia del Priorato de Sion que durante un par de décadas había estado contando. En la nueva versión, la orden secreta no tenía nada que ver con el Temple, ni había sido creada durante la época de las cruzadas. Según este nuevo giro de tuerca que dio Plantard, el Priorato fue creado en Rennes-le-Château en 1738 por un miembro de la familia Hautpoul, los señores de la villa, así que sólo los Grandes Maestres a partir de esa época eran reales.

En una carta del 6 de julio de ese año, dirigida supuestamente a los miembros del Priorato, dijo: «Durante este corto tiempo he podido poner las cosas en orden en nuestros antiguos archivos […] por fin he podido concluir las investigaciones sobre el origen del Priorato de Sion. He podido acabar con una “mitología” de falsos grandes maestres, con los que se pretendería formar una cadena que llegara hasta la Orden del Temple e incluso hasta Jesús». Esta fue la carta en la afirmaba que Roger-Patrice Pelat había sigo uno de los grandes maestres del Priorato… curiosamente escrita después de su muerte. Pelat había fallecido el 7 de marzo de 1989, tres meses antes.

Así trabajaba Plantard.

Pero, ¿por qué se produjo este cambio? No lo sabemos, pero por algún motivo, en 1989, Pierre Plantard decidió volver al candelero, y lo hizo deconstruyendo todo lo que había construido durante más de treinta años. Aniquiló y repudió todo el pasado templario, inventando un nuevo pasado más verosímil, aunque de nuevo falso, en el seno de los Hautpoul de Rennes y en el siglo XVIII.

Quizás el motivo fue que se había dado cuenta de lo tremendamente ridícula que era la versión anterior.

O quizás reculó porque le había pillado…

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Plantard con su hijo Thomas en 1979

 

EL OCASO DE UN MITO

 

En definitiva, gran parte del misterio que rodea Rennes-le-Château procede de una contaminación dirigida, coordinada y dosificada por Pierre Plantard. La mayor parte de la imaginería de este falso misterio (los pergaminos, los Dossiers Secrets, la relación con determinadas sociedades secretas, la trama merovingia, la relación con el linaje sagrado…) procede de Plantard, con la complicidad, todo sea dicho, de varios escritores. Y no sólo aquellos a los que embaucó con sus cantos de sirena, sino muchos otros que, a lo largo de los años, y hasta el día de hoy, han seguido repitiendo de manera acrítica y poco profesional algo que desde hace años se sabía que era mentira. Como le dijo a aquel juez en 1993.

Y algunos siguen erre que erre.

Desde entonces, desapareció del mapa. Cualquier intento de localizarlo o de ponerse en contacto con él fue nulo. Hasta su propia muerte estuvo adornada con ese halo de misterio que tanto le gustaba: su hijo, Thomas Plantard, anunció el fallecimiento de su padre en abril del año 2000, pero había muerto en realidad dos meses antes, el 3 de febrero…

Curiosamente, en 2003 apareció un comunicado del Priorato de Sion, firmado por un tal Gino Sandri, el supuesto nuevo gran maestre del Priorato, Pierre Plantard —fallecido tres años antes, recuerden— y G. Chyren, en el que se decía, entre otras cosas, que «a las puertas del profético año 2003, está todo preparado para el apogeo de Sion, ya que la presencia de la Mujer es indispensable»…

No tendrá nada que ver, pero unos meses antes, también en 2003, se publicó El código Da Vinci, la súper exitosa novela de Dan Brown que catapultó al Priorato y a los merovingios a la fama internacional y puso de moda a María Magdalena, el linaje sagrado y las Diosas Madre de la antigüedad. ¿Casualidad?

Imaginen el placer que hubiese supuesto para Pierre Plantard ver cómo aquella invención suya de 1956, evolucionada durante más de cincuenta años con un sinfín de historias nuevas, se convertía finalmente en parte de la cultura popular y era reconocida por todo el mundo.

Recordemos ahora, para finalizar, aquellas palabras que se dijeron a modo de introducción en la obra de Dan Brown:

 

El Priorato de Sion —sociedad secreta europea fundada en 1099— es una organización real. En 1975, en la Biblioteca Nacional de París se descubrieron unos pergaminos conocidos como les Dossiers Secrets, en los que se identificaba a numerosos miembros del Priorato de Sion, entre los que destacaban Isaac Newton, Sandro Boticelli, Victor Hugo y Leonardo da Vinci.

 

Qué pena que Plantard no pudiese leerlas.

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Plantard en Rennes-le-Château junto a su hijo Thomas y Henri Buthion. Fecha desconocida.

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2 comentarios

  1. Tenga usted mi cordial saludo sr. Oscar Fabrega, quisiera que me aclare hasta que punto es real sobre la historia de los merovingios, ya que surgió algunas dudas en mi persona. Bueno lo poco que pude leer de la histora de los merovingios, es en base al libro el «Enigma sagrado» de los tres autores, hasta que punto estos autores dicen la historia oficial sobre el origen y la desaparición de los merovingios, gracias.

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