A propósito de Poe… Una introducción

A propósito de Poe
A propósito de Poe… Una introducción

UNA INTRODUCCIÓN

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No recuerdo muy bien cuándo fue, aunque sí que sucedió a finales de los años ochenta, justo antes de que dejase Marmolejo, el pueblo de Jaén en el que pasé toda mi infancia, para mudarme a Almería, donde más o menos vivo.

Mi madre, soltera, peluquera, jiennense, aceitunera y altiva, era un gran cinéfila, a su manera. Quizás sea por eso que el cine fue y sigue siendo una de mis grandes pasiones. Vi cientos de películas a su vera. Y recuerdo haber disfrutado especialmente, con tan solo diez u once años, con el mítico ciclo que Televisión Española dedicó a las versiones cinematográficas que el mítico director de serie B Roger Corman realizó de algunos relatos de Edgar Poe.

Aquello me marcó profundamente. Ligeia, los Usher, la dichosa casa aquella, el jodido señor Valdemar, el péndulo, Vincent Price, el entierro prematuro, el cuervo, el gato… Todo aquello me flipó, y, como es normal, sirvió de acicate para que me interesase por las fuentes originales, los libros del tal Poe, un bostoniano.

No mucho tiempo antes, mi madre me había comprado, con el sudor de su frente, una fantástica colección de novelas populares que, entre otros, incluía algunos de los grandes clásicos de Mark Twain, Julio Verne, Robert Louis Stevenson, Alejandro Dumas, Arthur Conan Doyle, Victor Hugo, Charles Dickens o Jack London. Los devoré todos, pero el primero fue un libro que se titulaba El gato negro y otros cuentos, en el que aparecían algunas de las historias adaptadas por Corman y otros relatos terroríficos del mismo rollo. Pero también incluía dos cuentos que me rompieron por completo. Ahora, evocando aquella fase de mi temprana juventud, comprendo cuál fue el motivo. Se trataba de Manuscrito encontrado en una botella y Un descenso al Maelström, dos relatos marinos de Poe, muy alejados del terror gótico, pero igual de inquietantes. ¿El motivo? Algo que no entendí en aquel entonces, pero que, con el paso de las décadas, terminó adquiriendo todo su sentido.

Poe se convirtió en una constante, en una especie de leit motiv que iría reapareciendo a lo largo de mi vida. Me alejaba de él, buscando otros caminos, pero él regresaba a mí. Así, por ejemplo, ya metido en mis felices doce años, sucedió algo increíble mientras devoraba por primera vez la que se convirtió en una de mis novelas favoritas de Julio Verne, De la tierra a la luna. ¡En ella Verne menciona a Poe! Además, citaba una obra suya que guardaba cierta relación con este viaje a la luna: La incomparable aventura de un tal Hans Pfaall.

No lo tenía, pero quería hacerme con aquel cuento. Así que convencí a mi madre para que hiciese un esfuerzo y me comprase algo que llevaba tiempo anhelando y que miraba embobado desde el exterior del escaparate de la librería de mi pueblo, la librería de Santi: una edición chulísima, en dos partes, en la que aparecían todos los relatos de Poe. La convencí, y finalmente llegó el ansiado día, que, creo recordar, casi coincidió con el inicio de las vacaciones de verano del año 1989.

Pero ese fue, de repente, el último verano de mi hasta entonces tranquila y jiennense vida. Por motivos que no vienen al caso, todo cambió, y nada más empezar el siguiente curso, en septiembre, me vi en un pueblo costero almeriense rodeado de gente que no conocía. Quizá por eso acabé idealizando las largas horas que pasé durante aquel tórrido estío leyendo los sesenta y pico cuentos de Poe. O no. Pero aquello fue toda una aventura para mí. Cada cuento fue un viaje hacia tierras desconocidas, el mismo viaje que unas semanas después emprendí yo mismo…

Sea como fuere, todo cambió. Y durante unos cuantos años me olvidé de Poe, como me olvidé de tantas y tantas cosas. Terminó el colegio, llegó el instituto, y con él, las chicas, las fiestas, las drogas, el rap y el punk. La buena malavida. Pero nada de eso me alejó de mis aspiraciones y obsesiones culturales, ni de mi casi siempre notable expediente académico.

Y de pronto, en plena adolescencia, conocí dos libros fundamentales, tanto para mí como para la historia de la literatura, que de nuevo me llevaron a reencontrarme con Poe. Uno fue Les Paradis artificiels (Los paraísos artificiales), un ensayo sobre los mundos oníricos de las drogas que escribió el bueno de Charles Baudelaire (1821-1867) en 1860; el otro, Rayuela , la mítica y extraordinaria novela del escritor argentino Julio Cortázar (1914-1984), publicada en París en 1963, casi cien años después que la de Baudelaire. En ambas obras aparecía Poe, y ambos autores, para sorpresa mía cuando lo descubrí, amaron al bostoniano y tradujeron su obra.

Gracias a ellos redescubrí a Poe tras volver a leer su obra casi completa. Y claro, me encontré con otro. Pero no sería la última vez que pasaría, ya que no demasiado tiempo después me adentré en los mundos tenebrosos e inquietantes de otro admirador de mi admirado: el escritor estadounidense Howard Phillips Lovecraft (1890-1937). Me costó llegar a entenderle, y he reconocer que incluso hoy solo me he asomado desde lejos a su vasta obra, pero, una vez más, flipé al descubrir un montón de referencias al protagonista de estas páginas en algunos de sus libros.

Y de nuevo, he de admitir también, me olvidé durante unos años de Poe, ya que mis inquietudes intelectuales me llevaron por otros derroteros. Hasta que un buen día de 2017, en las primeras fases de la investigación que se acabaría convirtiendo en mi Dios ha vuelto: mormones, rastafaris, alienígenas ancestrales y espaguetis con albóndigas (Guante Blanco, 2019), me vi obligado a adentrarme en la vertiente más mágica y extraña de la historia de Estados Unidos; y claro, eso me llevó, una vez más, a redescubrir a Poe, especialmente por su faceta como creador de mentiras literarias, algo que realmente me fascinó y que hasta entonces no había comprendido en toda su magnitud, y por su relación con una apasionante locura que desde años atrás conocía por mi gran amigo Manuel Castro, Móser para los amigos: la Tierra hueca; algo que, sorprendentemente, o al menos así me lo pareció, ¡también guardaba relación con él!

Fue entonces cuando nacieron las primeras páginas de este libro, centrado en un primer momento en descubrir esa nueva faceta de Poe como creador de mentiras literarias travestidas de verdad. De hecho, en el número de junio de 2018 de la revista Clío Historia publiqué un artículo que se llamó «Las mentiras de Poe», en el que ofrecía un breve resumen del extenso trabajo que ya tenía realizado. En un primer momento pensé centrar este libro en este tema concreto, pero una cosa llevó a la otra, y finalmente, tras volver a releer de nuevo todos sus relatos, su única novela y sus ensayos, me lancé de lleno a construir el libro de Poe que a mí me hubiese gustado leer, un libro alejado del Poe del terror gótico y de los clichés de los que no se han adentrado en su obra, que le consideran, además de un alcohólico depresivo, un escritor de historias de miedo.

Poe fue mucho más, muchísimo más, y sus relatos de terror también tienen muchas lecturas. Esta es la esencia de este libro que ahora, años después, por fin ve la luz.

Como podrán comprobar, no es una biografía de Poe, aunque lo es; no es un estudio sobre su obra, aunque también lo es; y no es una obra de ficción, aunque tiene mucho…

¿Qué es entonces? Mi particular visión sobre uno de mis escritores favoritos, sobre su vida, sus obras, sus creencias y sus ideas, sobre su percepción del mundo y la vida, sobre su relación con un buen puñado de escritores que le amaron tanto como yo, y, en definitiva, sobre la tremenda influencia que ha tenido en la cultura popular de los últimos 170 años.

Por eso, amigos, este no es un libro solo sobre Poe. Se trata más bien, como su propio título indica, de un recorrido con desvíos sobre su vida y su obra. La clave está en esos desvíos, que me permitirán, a la vez que narro lo que quiero narrar, irme por los cerros de Úbeda y hablar de otras muchas cositas que espero que les gusten.

Termino comentando en pocas palabras la estructura de A propósito de Poe, ya que es un libro que se puede leer, como Rayuela, de varias maneras. En primer lugar, como es lógico, ofrezco un breve relato biográfico que nos permitirá conocer mejor al personaje, su forma de ser, su forma de pensar y su contexto histórico y cultural; a continuación les hablaré brevemente de cómo impactó su obra en el mundo de las letras durante las décadas posteriores a su muerte, en 1849, lo que me dará pie para explicar su relación con un montón de nombres importantes en la historia de la literatura. Acto seguido, me centraré en su obra, con la sana intención de mostrar un Poe que no muchos conocen: el Poe de la ficción policiaca, el Poe empeñado en conocer los vastos mundos interiores del ser humano, íntimamente relacionado con el de los relatos de terror; el de las mentiras literarias, que va parejo al Poe escritor de ciencia ficción y al de la Tierra hueca; y por último, como coda final, la íntima relación a distancia que se estableció entre Poe y dos de mis escritores favoritos: Julio Verne y H. P. Lovecraft.

Solo esto y nada más.

O sí…

Buen camino.

 

 

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4 comentarios

  1. Muy buen prólogo. Sin saberlo eres un magnífico vendedor. A través de Enrique Júnior estaré alerta a su “salida oficial” y, obvio es, rubricado por vos.
    Un abrazo

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